Adriana de Flaviis es una mujer de innegable belleza, porte regio y elegancia. Pero también es altiva y prepotente. Descendiente orgullosa de los Saboya, está convencida de que la sangre lo es todo y desprecia a quienes no están —según ella— a su altura.
Obligada por su padre a acompañar a su tía a Londres en busca de apoyo para encontrar a su primo, desaparecido en la guerra de Crimea, Adriana se cruza con Paul Morrison, un apuesto y exitoso empresario que ha forjado su fortuna con esfuerzo. Paul es carismático, audaz y seguro de sí mismo, pero bajo su éxito se esconde un pasado humilde que despierta en Adriana un inmediato desdén.
Sin intención de relacionarse con él, una rivalidad inesperada con Ophelia Kingsley, duquesa de Everleigh, la empuja a tomar una atrevida decisión: proponerle al señor Morrison algo más que una inocente amistad.
Convencida de que el amor es solo una debilidad, Adriana se lanza a un juego peligroso que pondrá en jaque cada uno de los valores que su padre le inculcó. Pronto descubrirá que las llamas de la pasión pueden consumir incluso los prejuicios más arraigados.